La libertad de expresión y el derecho a la información son pilares fundamentales de una sociedad democrática y justa. En todo el mundo, los ciudadanos dependen de los medios de comunicación para informarse, aprender, compartir ideas y mantenerse informados sobre los acontecimientos políticos y sociales que les afectan.
Sin embargo, desafortunadamente, muchas veces los gobiernos y otros actores poderosos buscan silenciar a los medios de comunicación que les critican o que se oponen a sus intereses. En los últimos años, hemos sido testigos de la creciente persecución a los medios de comunicación ciudadanos y en concreto, las pequeñas estaciones de radio FM. Estas emisoras, que en muchos casos son la única fuente de información independiente en sus comunidades, se enfrentan a menudo a restricciones arbitrarias, acoso y persecución por parte de las autoridades.
Especialmente relevante ha sido durante varias décadas la corrupción institucional desde, por ejemplo, Generalitat de Catalunya. Los diversos departamentos de Radiodifusió i Televisió, vinculados directamente a Presidéncia, se encargaban de inspeccionar, sancionar, cerrar, incautar equipamiento y otras horribles acciones represivas. Se trataba de cuidar a los propietarios de radios y empresas vinculadas al régimen que habían obtenido permisos y concesiones administrativas, pasando antes por caja llevando maletines a Presidencia de la Generalitat (La Audiencia Nacional confirmó el procesamiento de la familia Pujol por organización criminal) o bien intercambio de favores como por ejemplo, expansión y promoción de un ideario político.
La razón detrás de estas acciones represoras e injustas es clara: el poder teme a la información y busca controlarla. Las pequeñas estaciones de radio FM a menudo son las únicas que dan voz a las minorías y a los marginados, y son un canal crucial para la participación ciudadana y la transparencia en la gestión pública. Por esta razón, el poder intenta silenciarlas, coaccionándolas con multas exorbitantes, requisando su equipo, acosando a sus miembros o incluso encarcelándolos.
La persecución de los medios de comunicación ciudadanos y las pequeñas estaciones de radio FM es una amenaza directa a la libertad de expresión y la democracia. Si no podemos contar con una prensa libre e independiente, los ciudadanos se quedan sin una fuente fiable de información y se ven privados de su capacidad de tomar decisiones informadas sobre los asuntos que les afectan. Esto puede llevar a un aumento de la corrupción, la desigualdad y la injusticia, y socavar la estabilidad y la confianza en el sistema democrático. Es fundamental que los ciudadanos se unan para defender la libertad de expresión y la libertad de prensa.
Debemos trabajar juntos para garantizar que los medios de comunicación ciudadanos y las pequeñas estaciones de radio FM tengan el espacio necesario para llevar a cabo su labor de manera libre e independiente. Esto puede significar apoyarlos económicamente, defenderlos públicamente cuando son acosados o perseguidos, y presionar a las autoridades para que respeten sus derechos y les permitan operar sin restricciones arbitrarias.
En definitiva, la persecución de los medios de comunicación ciudadanos y las pequeñas estaciones de radio FM es una amenaza directa a nuestras libertades y a la democracia. Debemos defender su derecho a operar sin restricciones arbitrarias y garantizar que tengan el espacio necesario para desempeñar su función crucial en la sociedad. Solo así podremos asegurarnos de que los ciudadanos estén informados y empoderados para tomar decisiones informadas sobre los asuntos que les afectan y garantizar la justicia y la igualdad para todos.